sábado, 4 de julio de 2009

LA FRUTILLA AL POSTRE

41 de 114 puntos, casi el 36% de los porotos que estaban en juego en la temporada. Esta estadística no corresponde a un equipo recién ascendido, sino a uno de los dos más grandes del país. De 76 partidos jugados en su estadio ante Estudiantes, el equipo en cuestión había triunfado en 55 y sólo había caído en 8 oportunidades. Si tenemos en cuenta, además, que el León no tiene la cabeza en otra cosa que no sea en la final de la Libertadores y que incluyó en cancha un equipo alternativo en todos sus nombres; que aquel equipo no haya aprovechado esa oportunidad es imperdonable.

En un estadio colmado sólo en un 30%, pero no por la pésima campaña realizada, sino por el virus letal que está aquejando al mundo entero (es la hinchada que más gente ha llevado a los estadios en este campeonato); el último partido de la temporada no podía terminar de otra manera que no fuera con derrota.

River finalizó 20 de 20 el Apertura pasado y, en este torneo, su actuación no coincidió con su historia, aunque fue el fiel reflejo de su inexpresivo presente. Sin chances matemáticas desde hace algunas fechas, el conjunto de Gorosito no tuvo buenos partidos, sí regulares, malos y muy malos. Aunque en la mediocridad del fútbol argentino, esa performance le alcanzó para terminar séptimo, una ubicación no tan alentadora por sus antecedentes, pero rescatable por lo hecho el torneo pasado.

Con goles de dos polos opuestos, el experimentado Calderón (¿habrá sido éste su último partido en competiciones nacionales como profesional?) y el juvenil y debutante en la red opuesta, Marcos Rojo, el Pincha ya enfoca su cabeza en la final ante el Cruzeiro; mientras que el Millonario, con gol (¿y despedida?) de Buonanotte, se tuvo que conformar con un 1-2 que no significa nada en sí mismo, pero es el cierre de telón de un año paupérrimo.

Tendrá que trabajar el club de Núñez, repensar, repensar y repensar a la hora de incorporar y mentalizarse que lo que pasó este año será inolvidable y debería ser irrepetible. Que imite al Pincha...

DAMIÁN ORLANDI

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