A las 4 de la tarde, el horario del comienzo del partido, los espectadores neutrales seguramente presagiaban poner el codificado para recostarse cómodamente en el sillón del living y echarse una buena siesta. Sucede que, además de lo ya mencionado, Gimnasia de La Plata y su homónimo de Jujuy practican un fútbol muy pobre. El Lobo platense depende de un único jugador. Si él se despierta iluminado, el equipo puede hacer daño adelante. Ignacio Piatti es esa carta fundamental, el que siempre juega bien, desequilibra con sus gambetas en velocidad e intenta asociarse con una delantera que, por ahora, está dormida. Del otro lado, los jujeños todavía no ganaron en el campeonato y son un conjunto que pretende recambio urgente. En la ofensiva, las fichas cambian permanentemente y la solidez parece un insulto para estos jugadores.
El encuentro no fue vistoso, al contrario. Los dos actuaron como lo venían haciendo, aunque el que propuso un poco más fue el local, por eso se terminó quedando con la victoria. Juan José Arraya adelantó a los de Labruna a los 15 de la primera etapa, pero en el mismo período, los de Sanguinetti lo darían vuelta: primero a través de un cabezazo de Diego Alonso (tercer gol en este Torneo) y luego gracias a una definición de Federico Domínguez, quien anotó su segundo tanto en tres cotejos (le había marcado a Olimpo, dos fechas atrás).
Nereo Fernández fue nuevamente figura en los jujeños, a pesar de que en la última acción del juego, la visita pudo empatarlo, pero careció de fortuna. Esa que necesitará para salir de la zona complicada en la que está y esa con la que contaron los de La Plata para ganar otra vez y empezar a confiar en sí mismo.
DAMIÁN ORLANDI
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