Hace algunas jornadas, habíamos manifestado que el resultado que perserguía a Huracán en el comienzo del campeonato era el empate. El Globo arriesgaba poco y se cuidaba bien, por lo que las pardas se sucedían cada vez que debían afrontar un compromiso. Sin embargo, aquello que no dolía tanto, debido a que el equipo sumaba y seguía invicto, empezó a tener otro gusto cuando los rivales empezaron a tomarle la mano y lo terminaban derrotanto. Además, al Globo lo perseguía otra estadística negativa: desde la quinta fecha no conseguía anotar tantos, un aspecto fundamental para ganar partidos, obviamente; y la racha sin victorias se había estirado a ocho fechas.
Para cortar esa sequía, los dirigidos por Claudio Úbeda tenían un partido ideal: enfrentaban a Olimpo, último en las posiciones y en el promedio del descenso y con técnico interino (Roberto Saporiti había dejado su cargo el lunes pasado). Una de las máximas del fútbol indica que la mejor receta para no dejar crecer el nerviosismo y la ansiedad es anotar ni bien comienza el partido, para así también trasladarle aquellos estados de ánimo al rival de turno.
Hoy, en La Paternal, Huracán utilizó esa fórmula para olvidarse de los fantasmas que lo acechaban. Porque a los 3 de la primera etapa, Andrés Franzoia ganó en el área de los bahienses y definió cruzado para adelantar a los locales bien temprano. Para colmo, el segundo golpe llegó a dos del final del primer tiempo, otro momento de los partidos que resulta fulminante para el oponente que sufre el mazazo. A los 43, otra vez Franzoia, con una definición exquisita (la picó con su pierna inhabil por encima de la humanidad de José Ramirez) anotó el 2 a 0 y llevó tranquilidad al Quemero.
En el complemento, Olimpo se hizo del balón y Huracán esperó de contra. Recién a 11 del cierre, Eduardo Domínguez aprovechó una pelota suelta en el área chica y sólo la tuvo que empujar. Empuje, eso era lo que necesitaba Huracán para cortar la malaria y, ahora sí, pensar seriamente en la disputa para meterse en un torneo internacional.
DAMIÁN ORLANDI
sábado, 19 de abril de 2008
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