Toda esta introducción acerca de la desazón que genera el hecho de tener el grito atragantado refleja el presente de San Lorenzo. El conjunto de Ramón Díaz se armó para pelear tanto Copa como Clausura, pero está decepcionando en los dos frentes y, lo que es peor, todavía no convirtió goles en partidos oficiales.
Hoy, tenía la chance de dejar de lado esa actualidad para comenzar una nueva, con otra perspectiva respecto al futuro. Sin embargo, pasó más de lo mismo. San Lorenzo empató 0 a 0 con Cruzeiro. Ni la vuelta de su goleador, Andrés Silvera, le sirvió de aliciente a un equipo que sigue sin encontrar el rumbo y que muestra muchas ganas de volver a ser, pero carece del recurso fundamental, que no conoce de estrategias, ni de tácticas: las ideas.
La llegada de Andrés D'Alessandro será fundamental para mejorar ese aspecto pero, hasta que la pelota no atraviese la línea de gol, por consecuencia su gente no grite un tanto y por lo tanto San Lorenzo no consiga tres puntos en un partido, el trabajo del Cabezón será el de un obrero que debe trabajar a la par del resto, con la cabeza a gachas y el empuje de uno más del equipo, no del distinto. Cuando el ex Zaragoza empiece a tirar la boba, a sacarse dos tipos de encima sin pudor y a habilitar a sus compañeros con pases milimétricos, en ese momento el Ciclón será el que Ramón Díaz y la hinchada quiere. Por ahora, mientras el grito de gol siga afónico, nada de eso pasará.
DAMIÁN ORLANDI
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