domingo, 16 de diciembre de 2007

MILAN CAMPEÓN

Finalmente se disputó el partido que la "mitad+1" de un pais y el mundo entero estaba esperando: Boca y Milan llegaban a la final del Mundial de clubes y la expectativa se centraba en dos ítems fundamentales: el primero pasaba por ver si el conjunto italiano podía tomarse revancha de la derrota sufrida cuatro años atrás en manos del equipo dirigido, en aquel entonces, por Carlos Bianchi; el segundo aspecto a considerar era la paridad de ambos clubes respecto a títulos internacionales: ambos con 17, buscaban sacar ventaja y ser así los reyes del mundo. Ibarra, Battaglia, Banega, Palacio y Palermo de un lado vs. Maldini, Pirlo, Seedorf, Kaka e Inzaghi. El equipo de Miguel Ángel Russo vs. el de Carlo Ancelotti. El pais sudamericano dueño del continente en cuanto a triunfos en 2007 (Boca la Libertadores y Arsenal la Sudamericana) vs. un "team" italiano, los últimos campeones del mundo.
Todos los condimentos estaban sobre la mesa en un estadio impresionante, en la ciudad de Yokohama. A miles de kilómetros de ambos paises, el escenario mostraba las tribunas repletas, ocupadas pos simpatizantes tanto de los Xeneizes como de los Rossoneros. El árbitro: el severo mexicano Marco Antonio Rodriguez. Pero vamos a lo que importa....

El comienzo del partido mostró al equipo italiano un poco más adaptado al frio clima que reinaba en el campo de juego. El holandés Clarence Seedorf se hacía cargo de la conducción de los milaneses y Kaka se tiraba más adelante, acompañando a Filippo Inzaghi. Luego, Boca mejoró. Fue más preciso gracias a que Ever Banega consiguió la pelota y también por el empuje de Hugo Ibarra desde el fondo. Las chances de gol, no muy claras, se las repartían entre ambos conjuntos. Sin embargo, fueron los italianos quienes lograron ponerse en ventaja: llegando a la primera media hora de juego, Kaka remató y la pelota rebotó en Jonatan Maidana, pero fue tanta la suerte que tuvo el brasileño que la pelota le quedó nuevamente; con un zurdazo imperfecto habilitó a Inzaghi, quien apareció a las espaldas de Gabriel Paletta (de muy buen primer tiempo) y definió con el arco a su disposición. El Milan ganaba de manera injusta. Por eso, dos minutos después, Rodrigo Palacio puso las cosas en orden: un centro desde la izquierda fue cabeceado por el bahiense al palo izquierdo de Dida: 1 a 1. A partir de ese tanto, la "Joya" se convirtió en el jugador más desequilibrante de la cancha: por derecha y por izquierda, Maldini y Bonera no lo podían controlar y hacía lo que se le antojaba.

En el complemento, otra vez la misma situación que en la primera etapa: el conjunto de Ancelotti era más. Un centro que cayó en el área de Boca a los 5 minutos fue conectado, luego de un rebote, por Alessandro Nesta. El ex Lazio fusiló con un derechazo a Mauricio Caranta y puso el 2 a 1. Los 11 de Russo, otra vez, iban en busca de la igualdad. Estuvieron cerca, porque un remate de Ibarra dio en palo derecho y, en el rebote, Martin Palermo (de muy mal partido) no pudo impactar el balón hacia el arco. Y cuando los goles no los hacés en el arco de enfrente... Un equipo como el Milan no perdona: apareció Kaka por la izquierda, superó con facilidad a Maidana y definió débil, pero la pelota se metió entre las piernas del ex golero de Instituto. Para colmo, minutos después, otra vez Kaka (el mejor de la cancha) se encontró sólo frente al arco pero, en vez de definir él, se la pasó al goleador de la noche: "Pipo" Inzaghi la empujó y puso el 4 a 1. El descuento de Pablo Ledesma (o de Massimo Ambrosini en contra) sólo sirvió para la estadística.

4 a 2 y delirio para el Milan, que logró tomarse revancha y festeja porque tiene al mejor de todos: Ricardo Kaka. Para Boca, la tristeza por haber terminado una final con un resultado casi desconocido para ellos. La derrota no le sienta bien a estos hombres que sólo saben ganar, y de seguro buscarán la gloria el año próximo. Con Juan Román Riquelme en cancha, de seguro las cosas se le facilitarán. La pregunta es si seguirán teniendo el mismo técnico: ¿Seguirá Russo? La lógica indicaría que es imposible que un técnico se vaya después de perder una final del mundo, pero en este pais todo puede pasar.
DAMIÁN ORLANDI

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