Y sí. Cristian Fabbiani, el protagonista negativo de la temporada, no podía quedar afuera en la definición del campeonato. Después de hacer mucho ruido en Newell´s, se habó de su pase a varios clubes. Hasta que un día, Ricardo Gareca lo pidió para Vélez, el Ogro aceptó de una e iba a firmar el contrato para ponerse la V azulada, pero dio marcha atrás el día que se enteró de que lo de River también hacía ruido. El Ogro dejó plantado al Tigre y se fue para Núñez, donde fue recibido como el ídolo máximo de la hinchada, sin siquiera haber pisado el Monumental. Excedido de peso, se vio obligado a ingresar pocos minutos por partido, a aislarse en Tandil para llevar adelante una preparación física acorde a la de un deportista de alto rendimiento y, al volver, no hizo nada de nada adentro de la cancha, pero sí mucho ruido afuera. Todo improductivo, similar a lo de su equipo, que terminó octavo en el campeonato y concluyó un año lamentable.
Hoy, Vélez es el campeón del fútbol argentino. Con Influenza o sin Influenza, en un estadio colmado, el team de Gareca se basó en sus ganas y un fútbol por momentos vistoso para ajusticiar al candidato Huracán y quedarse con el séptimo título de su historia.
En una última fecha ajustada (basta de decir que era una final, porque si empataban, el campeón era Huracán) fue con una historia a punto de culminar siendo feliz para los de Ángel Cappa, pero el que triunfó fue el más sólido de todos, el que menos perdió, el de la valla menos vencida; aunque, en realidad, la diferencia con el Globo fue exigua, podría haber sido para cualquiera de los dos.
El gol de Maxi Moralez (se fue expulsado), en una jugada que debió ser anulada por Gabriel Brazenas (de mal arbitraje, por no haber cobrado falta de Larrivey sobre Monzón en el tanto, no haber expulsado a Arano por un terrible foul sobre Cubero y anularle un gol a Eduardo Domínguez, en culpa compartida con un asistente), Vélez cerró un gran campeonato y venció 1 a 0 al Globo, que tuvo el mismo mérito que el conjunto de Liniers para quedarse con el campeonato, pero se quedó con las manos vacías.
El título se va para Liniers, dedicado a los adoradores del fútbol lírico del Quemero de Cappa y a aquel que desistió en su momento de vestirse la ropa de entrenamiento en la Villa Olímpica, para mudarse a Ezeiza. A pesar de que el granizo casi posterga el desenlace y del bochorno de todo final de campeonato, los de Gareca son merecedores de esa consagración. Huracán también debe festejar, porque su campaña fue excepcional y quedó a un paso por un error arbitral. Manteniendo la base, lo dijo su DT, serán candidatos en el Apertura. Vélez, a la Sudamericana frente a Boca y a festejar, que lo merece y cómo.
DAMIÁN ORLANDI
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