El descendido Lobo jujeño llegaba a Tucumán sólo para cumplir con el trámite de tachar las tres jornadas del calendario que le restaban disputar. San Martín, por su parte, también podía jugar sus últimos tres matches antes de bajar nuevamente a la B Nacional. La única diferencia es que los de Roldán todavía tienen chances de quedarse en Primera, mientras que los de Arzubialde ya saben que la próxima temporada la empezarán en la segunda división.
Gimnasia no podía ganarle al Santo. Todos pensábamos que el arreglo ya estaba hecho de antemano. Estábamos seguros que, aunque sea tácitamente, ambos bandos habían acordado un partido cerrado, en el que los locales se quedarían con la victoria disimuladamente. Pero no. San Martín fue todo nervio. Claro, si va la barra y amenaza con matarte a vos y a tu familia, es apenas entendible. El Lobo fue todo soltura y tranquilidad. Por supuesto, no tenía nada que perder.
El golazo de Silvio Iuvalé, al ángulo derecho de Marcos Gutiérrez -cuando promediaba la primera etapa- pareció decretar lo que no es poco probable. Si no pudiste ganarle a un equipo descendido, en tu propia casa...
DAMIÁN ORLANDI
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