El equipo de Gorosito no tiene su identidad futbolística definida y sale a cada partido con el objetivo de callar las voces que lo califican de inexpresivo y falto de actitud. Sin embargo, sus jugadores se esfuerzan partido a partido para que esos motes no tengan absoluta relación con lo que exhiben cada fin de semana.
Lanús, por el contrario, es uno de los tres mejores conjuntos del país. Mezcla de experimentados y juveniles con gran proyección y presente formidable, sumado ello a la posibilidad de contar con el goleador del campeonato; son características que le son propias al campeón de un torneo.
Por estos tiempos, sin embargo, los dos están encumbrados en la lucha por el certamen. River enfatiza sus defectos mucho más que sus virtudes (si es que las tiene), pero el andar irregular del resto genera que su gente se ilusione con solo mirar la tabla de posiciones. El Granate está más cerca que el puntero, Vélez, y tiene argumentos para ilusionarse.
Hace algunos minutos, jugaron y empataron en el Monumental. River quiso más en el primer tiempo; Lanús mereció ganarlo en el complemento. Lo visto en Núñez no fue brillante, tampoco un fiasco. Lo que sí es un problema de cara al futuro de ambos es que los jugadores corrieron más que la pelota, y eso no le puede pasar a profesionales.
La intención de todos los jugadores fue la misma: que su equipo gane; por eso empataron. Con tantos de Falcao y Sand (sí, otra vez Pepe contra River), el 1 a 1 fue lo más justo y el beneficiado, claro, fue uno solo: el Fortín de Liniers.
DAMIÁN ORLANDI
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