Ese 1% lo integraban hinchas del conjunto de Omar Labruna y los de Unión, su rival y el que quería quedarse con la última plaza en Primera.
Nosotros, al filo del cañón como siempre, vimos un partido cerrado, mal jugado en el que reinaron los nervios. El Tatengue estaba obligado a ganar, pero pareció que le faltaron ganas de ir para adelante, porque dependió de los cuatro o cinco tiros libres que tuvo Serrizuela cerca del área (todos mal ejecutados o rechazados por la sólida defensa jujeña).
El local, por su parte, hizo su juego. Intentó aguantar con la pelota en sus pies y no generó demasiado peligro. La más clara fue de Arraya, quien la metió adentro después de un perfecto centro de Pieters y puso el 1 a 0 final, para que todo Jujuy festejara la permanencia.
DAMIÁN ORLANDI
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