San Lorenzo sabía el peligro que corría al afrontar su compromiso ante el Cruzeiro, en Brasil, y por la Copa Libertadores. El Ciclón llegaba a Ipatinga con una racha de seis victorias consecutivas entre el torneo internacional y el local, y tenía como misión no perder. De haber sido así, al conjunto de Ramón Díaz le hubiera alcanzado con igualar ante Caracas, en Buenos Aires, y conseguir el acceso a los octavos de final. Un logro que parecía una utopía un tiempo atrás, pero que con el correr de los encuentros iba tomando forma. Sin embargo, el equipo argentino -a pesar de los éxitos en fila- nunca había terminado de convencer y hoy lo pagó.
Es harto conocido el potencial de los combinados brasileños a nivel mundial, no solo continental. Mucho más se potencia esto cuando juegan de local. No obstante, en el último tiempo el nivel de estos ha ido decreciendo, lo que provocó que la paridad entre los representantes de todos los países comenzara a reinar en las competencias internacionales. Esta noche, a Cruzeiro le bastó con ser efectivo en el área contraria, porque no tuvo un gran partido, pero aprovechó las situaciones claras que tuvo frente a Agustín Orión y se deshizo del Ciclón sin complicaciones: fue por 3 a 1.
Atención, porque ese "1" que consiguió San Lorenzo pudo ser un "2" sobre el final y la historia hubiera cambiado. Los del Pelado Díaz llegaron al descuento luego de una gran apilada de Walter Acevedo (entró por Andrés D'Alessandro) por la izquierda y la solitaria definición de Andrés Silvera. Con un gol más (un 2-3 en contra), el equipo argentino se hubiera ido contento de Brasil, ya que con el empate ante el Caracas hubiera accedido a la siguiente fase. Pero ese tanto nunca llegó y ahora tiene que ganar sí o sí. Por eso podríamos afirmar que se acordó tarde el Ciclón, y dos días después de haber cumplido cien años, se complicó solo...
DAMIÁN ORLANDI
viernes, 4 de abril de 2008
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