Lanús es el último campeón, es el que mejor juega, tiene una identidad futbolística marcada, solidez atrás y desfachatez adelante, un técnico que sabe qué hacer en los momentos justos, una mezcla perfecta entre experimentados y juveniles e individualidades que dan cátedra para que el conjunto rinda aún mejor.
Banfield es la otra cara de la moneda: comenzó perdiendo tres de sus cuatro partidos en el campeonato, el entrenador Juan Manuel Llop fue amenazado por sus hinchas, quienes a la vez despidieron con insultos al equipo luego de la derrota sufrida el pasado encuentro, ante Arsenal.
La fiesta en Arias y Guidi la organizaba el local y estaba todo dado para que festejara nuevamente. Pero sabemos que en el fútbol no manda la lógica ni nada es cuestión de sacar cuentas y analizar realidades a la hora de que la pelota empiece a rodar en una cancha. Esto tuvieron en cuenta los hombres del Taladro, quienes pusieron eso que -según la visión de los racionales hinchas- les faltaba y aplastaron al campeón en su propio estadio.
Por un brillante Darío Cvitanich, un segurísimo Cristian Lucchetti, pero sobre todo porque los de Llop actuaron como si ellos hubieran sido los mejores del torneo anterior; hoy pueden festejar y hacer callar las hirientes voces de sus fanáticos.
El propio Cvitanich -en dos ocasiones-, Maximiliano Laso, Luciano Civelli y Fabian Santana sellaron el 5 a 0 y tanto ellos como sus compañeros pueden celebrar tranquilos esta victoria, que no fue una más, sino que vale un campeonato...
DAMIÁN ORLANDI
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