miércoles, 12 de marzo de 2008

UN CICLÓN EN LA ALTURA

A pesar de todos los inconvenientes que acarreaba el hecho de jugar a 4.000 metros sobre el nival del mar, San Lorenzo tuvo otro problema en su visita a Bolivia: la efectividad del Real Potosí. Antes de finalizado el primer tiempo, los locales ya vencían 2 a 0 (tantos de Loaiza y Pintos), aunque no lo merecían. El Ciclón había tenido algunas claras, pero no supo definirlas y, al descanso, se fueron con una desventaja que parecía definitoria.
Sin embargo, hubo un hecho que resultó fundamental para que los dirigidos por Ramón Diaz pudieran revertir la historia y quedarse con un triunfo memorable: antes de los 10 minutos del complemento, el experimentado Gonzalo Galindo le dio una patada de atrás a Diego Rivero y el árbitro uruguayo, Jorge Larrionda, decidió mostrarle la roja directa.

A partir de ese momento, Daniel Bilos, quien había ingresado por Santiago Hirsig (la primera víctima de los efectos de la altura) y estaba de volante, pasó a ser otro punta, con la misión de bajar, con su cabeza, cada pelota que llegara desde el fondo tanto a Gonzalo Bergessio como a Bernardo Romeo. Y fue este último, justamente, quien anotó, a los 26, el descuento de cabeza.

El Ciclón fue por más. A 10 del cierre, un corner desde la izquierda fue cabeceado nuevamente por Romeo. Su cabezazo dio en el palo, pero en el rebote, el juvenil Cristian Chávez, quien jugó su primer partido en una Copa Libertadores, marcó la igualdad.

Si bien no era lo que habían ido a buscar, parecía que los de Ramón Díaz se conformaban con el empate, debido a la alocada celebración del mismo. Pero faltaba más. Agustín Orión la metió desde su arco, Bilos la bajó para Bergessio, quien se alejó del área pero, antes de controlar el balón, fue bajado infantilmente por un defensor boliviano y el árbitro sancionó, correctamente, el penal.

Doce pasos separaban a todo San Lorenzo de una victoria que era fundamental para seguir con chances de clasificar a octavos. Aureliano Torres fue el encargado de ejecutarlo, ya que Adrían González ya no estaba en cancha. Con gran categoría, cruzando el remate al palo opuesto al elegido por el arquero del Potosí, el paraguayo hizo que todo Boedo festejara un 3 a 2 que parecía imposible de alcanzar cuand comenzó la segunda etapa. Pero el Ciclón, en la altura, pero sobre todo, con altura, se trajo tres puntos que valen oro y ahora sí, con otro ánimo y la recuperación de D'Alessandro y Silvera está dispuesto a empezar a construir, nuevamente, el sueño continental.



DAMIÁN ORLANDI

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