De movida, Alfio Basile presentaba un esquema similar al que más le gusta (4-3-1-2), pero la ausencia de Juan Román Riquelme obligó al entrenador a ubicar a Luis González como enlace, aunque la posición natural del volante del Porto es, justamente, de mediocampista ofensivo, pero de características disímiles a las del jugador de Boca. En la defensa, Nicolás Burdisso aparecía como reemplazante de Gabriel Milito (ausente por lesión) en la zaga central y Sergio Agüero y Julio Cruz eran los atacantes.
El encuentro comenzó con el dominio territorial del combinado nacional. Sin embargo, la falta de ese enlace entre el medio y los delanteros hacían notar las falencias del equipo para llevar peligro al arco rival: las jugadas eran instrascendentes, carecían de profundidad. Fernando Gago (la figura del partido) se mostraba como el distribuidor en el medio, por lo que Javier Mascherano le cubría las espaldas. La única acción de riesgo para los egipcios llegó gracias al talento de Maximiliano Rodríguez, quien contranticipó al arquero, lo superó con un sombrero, pero un defensor local llegó antes de que el balón traspasara la línea.
En el complemento llegarían las emociones. Egipto se había hecho de la posesión de la pelota, pero un error propio dejó a Agüero cara a cara con el arquero rival. Corría el minuto 21 cuando el Kun, con un derechazo alto, adelantó a la Argentina en el marcador. El resultado mostraba claramente que esa era la diferencia entre ambos conjuntos, aunque a 6 del final, Burdisso metió de cabeza el segundo y terminó de sellar una victoria en la que la Selección no brilló, pero tampoco fue un desastre. Cumplió.
DAMIÁN ORLANDI
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