Le empezó yendo bien, ya que los primeros 10 minutos, River fue una tromba. De la mano de Ariel Ortega, quien las corría todas y hasta se presentaba como la primera opción defensiva del equipo, ya que quitaba todo lo que perdía River en la mitad; los de Núñez eran más. Sin embargo, el primer sacudón lo dio Boca: centro de Morel Rodríguez desde la derecha (quedó parado en ese sector luego de una pelota detenida), chilena fallida de Ledesma y gol de Battaglia, quien fusiló a Carrizo con una volea inatajable.
A partir del gol, los de Ischia se adueñaron de la pelota. Cardozo y Palacio estaban imparables, y Riquelme aportaba lo suyo. River tuvo una que -según Simeone- fue decisiva. Alexis Sánchez se la robó a Maidana en la salida y el balón le quedó a Ortega, quien enfrentó sólo a Migliore y definió, pero su remate se fue alto. Esa jugada de peligro, cuando estaba por terminar el primer tiempo, fue la última de los Millonarios en el partido.
En el complemento, Riquelme agarró la pelota y empezó a recibir infracciones: no se la podían sacar. Para colmo, a los 11, un centro suyo fue desviado por Carrizo, pero la pelota quedó en el área y Palermo, oportuno como siempre -aunque ilegalmente ya que se colgó del travesaño para cabecear- estampó el 2 a 0 final. Después del gol, todo fue de Boca.
Preocupación en River porque el nuevo esquema no funciona y porque la nueva carta del Cholo, Abreu, no tocó una pelota y jamás le llegó limpia a su posición de centrodelantero. Felicidad en Boca, porque el equipo respondió por primera vez en el año y porque Riquelme sigue intacto. Y si Román está bien, sabemos lo que eso significa...
DAMIÁN ORLANDI
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