El resultado del partido es totalmente mentiroso. Desde un comienzo, River era más, sobre todo empujado por la claridad de Leonardo Ponzio, quien hizo estrellar un remate suyo en el ángulo. Tanta es la mala suerte que tiene este River que, un minuto más tarde, Maximiliano Oliva no logró despejar y el rebote le quedó a un ¡¡ex Boca!!, Gustavo Pinto, quien puso el 1 a 0. Posteriormente a ese tanto, fue todo de River. Salvo un remate de Ángel "Matute" Morales que tapó bien Juan Marcelo Ojeda, las llegadas de los visitantes eran discontinuas, es cierto, pero muchas más que las de los locales, que ni pisaban el área del "1" de River.
En el segundo tiempo, más de lo mismo. River dominaba y Olimpo se paraba de contra. Pero es tanta la mala suerte que tiene River que, a los 21, Olimpo convirtió su segundo gol de pelota parada (vale remarcar que el equipo de Roberto Saporitti es el que menos efectividad tuvo en el torneo con el balón detenido): Javier Páez mandó a la red un centro de Barrado. Dos minutos después, Danilo Gerlo le pegó a Josemir Lujambio sin pelota (según el árbitro Carlos Maglio), lo que provocó la expulsión y el penal para Olimpo: remató el uruguayo y atajó Ojeda pero, como es tanta la mala suerte... el rebote quedó para el delantero, quien puso el 3 a 0. Para decorar el resultado, 180 segundos después, Leandro González clavó al ángulo un remate cruzado y selló la goleada.
En River son todas frustraciones. Esta derrota en Bahía Blanca cristalizó lo que hizo el Millonario en el último tiempo: poco y nada. La pregunta es: (teniendo en cuenta que quien escribe estas líneas está a favor del respeto de los contratos de los técnicos y de la idolatría eterna para con los ídolos): ¿La culpa la tenía Passarella?
DAMIÁN ORLANDI
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