La danza de nombres involucró a un técnico, y el más pedido por los hinchas: Carlos Bianchi. Sin embargo, Diego Maradona manifestó su disgusto respecto al Virrey, por lo que quedó automáticamente descartado, más allá de los llamados que pudo realizar Pedro Pompilio para tratar de convencerlo y así hacer oidos sordos a la opinión del ahora manager. Posteriormente, Guillermo Barros Schelotto se sumó a la lista. El mellizo estaba dispuesto a retirarse de la actividad profesional, desligarse del contrato que todavía tenía vigente en la Major League Soccer de los Estados Unidos y veía con buenos ojos la oportunidad de dirigir al equipo que tantas alegrías le brindó y al cual él aportó, llegando a ser uno de los máximos ídolos de la historia del club. Pero otra traba se hizo presente: Juan Román Riquelme pidió la palabra, expresó su malestar respecto a esta posibilidad y el presidente la acató. "No es el momento de que ex jugadores dirigan al plantel", fueron las palabras del máximo representante del club de la Ribera.
Luego, Jorge Ribolzi, Blas Giunta y Gabriel Batistuta también habrían sido tentados por la dirigencia. El primero continuará en la Selección, ya que es la mano derecha de Alfio Basile; el ex volante Xeneize también seguirá donde está, en Almirante Brown; mientras que el máximo goleador de la historia de la Albiceleste todavía piensa en disfrutar de la ciudad de Perth, en Australia, lugar en en el que vive y que por ahora no piensa abandonar.
El futuro técnico de Boca, entonces, pasaba a ser una incógnita más grande que la mismísima Bombonera. ¿Por qué no haber dejado de lado el capricho respecto a la continuidad del preparador físico Cinquetti y renovar un proceso que había sido fructífero en su momento, con Russo a la cabeza? En la respuesta hay una especie de mensaje subliminal. El nuevo coach será, por seis meses, Carlos Ischia. Sí, aquel que acompañó a un tal Carlos Bianchi en la época de gloria al mando de Boca Juniors y que pasara por Rosario Central y Vélez Sársfield, entre otros, sería el escudo utilizado por el presidente Pedro Pompilio para que, a mitad de año, el Virrey vuelva a ser el DT. Una maniobra no tan arriesgada, porque se sabe de la jerarquía de Ischia como técnico; aunque lo ético hubiera sido, y lo repetimos, que Russo tendría que haber seguido en su cargo.
Fin de la historia, otro pelado se pone el buzo y empieza a trabajar a partir de enero con un objetivo claro: conseguir la sexta Libertadores y, por qué no, pelear el Torneo Clausura.
DAMIÁN ORLANDI
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