
Ayer, se fue otro grande. Su nombre estaba estampado en la camiseta de la Selección, su liderazgo dentro de la cancha era considerablemente notorio y necesario, su actitud ganadora y su mentalidad, además de su enorme talento, a pesar de su pequeña estatura; llevaron al estrellato a un equipo nacional que paralizó a un país entero y calló a autoridades extranjeras y locales que desprestigiaron y siguen menospreciando el valor local de ese deporte.
Agustín Pichot fue más que el mejor medio scrum de la historia de Los Pumas. Con la partida de Hugo Porta, parecía que el trono de Puma Mayor quedaría vacante por mucho tiempo, hasta que apareció el crack del CASI, luego del Bristol y el por siempre heredero de la cinta que dejó Lisandro Arbizu en su momento y ahora porta Juan Fernández Lobbe. El tercer puesto en Francia fue la coronación que su magnífica carrera merecía. Podría haber terminado en hazaña con festejo en el último partido. Pero no. El oro se lo llevó todo Agustín Pichot, quien en la fría tarde del sábado 27 de junio de 2009 dio su último pase, su última indicación, su último destello de talento.
Un antes y un después en la historia del rugby argentino, a partir de hoy.
DAMIÁN ORLANDI
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