El encuentro en Victoria enfrentaba a dos equipos que, en el último tiempo, han demostrado mucho más sus cualidades y virtudes que sus falencias. El Pincha clasificó primero en su grupo y ya está en los octavos de final de la Copa Libertadores, mientras que en el campeonato disimula muy bien el cansancio y las obligadas modificaciones en su estructura no dan muestras de debilidad, al contrario. El León no sufre el recambio y sólo perdió un partido sobre once disputados. Por su parte, los de Diego Cagna no exhiben la misma firmeza, regularidad y solidez que el pasado Apertura, pero la mística del equipo está intacta y, si bien todavía les falta una unidad para llegar a los 50 puntos en la temporada para de esa forma dejar de "mirar hacia abajo", las oportunidades de meterse en una competencia internacional se acrecientan con el paso del tiempo.
El empate en el norte de la provincia de Buenos Aires fue justo. Ambos se repartieron la posesión de la pelota y el encuentro, por momentos, fue muy friccionado. Se jugó a muerte, como si cada pelota fuera la última y la claridad sólo se hizo presente cuando Juan Sebastián Verón tuvo la pelota en sus pies. Martín Galmarini puso en ventaja a los locales cuando promediaba en el primer tiempo, pero José María Basanta lo igualó ni bien comenzó el complemento.
Los dos sumaron y está bien, porque por lo que aportan ambos a este fútbol argentino en el que se juega muy mal, hubiera sido un castigo inmerecido que uno de los dos se hubiera ido derrotado.
DAMIÁN ORLANDI
No hay comentarios:
Publicar un comentario