jueves, 15 de noviembre de 2007

ARSENAL RECARGADO

El día del partido más esperado por ambos llegó. Desde ya, que cada uno tenía sus fundamentos en la previa: River, necesitado de triunfo ya que Passarella había anunciado que si no ganaba nada se iba (en el campeonato ya no tiene chances), sumado a que hace tres años y medio que no cosecha un título, y Arsenal que quería llevar mucho más lejos la historia de este equipo de Sarandí. En la final de la Sudamericana, los esperaba América de México.
Y finalmente la gloria fue para Arsenal. Un planteo estratégico brillante de Gustavo Alfaro permitió a sus conducidos, esperar con paciencia desde el fondo y tratar de encontrar cualquier posibilidad de contra. En el primer tiempo hubo una paridad absoluta en cuanto a la poseción de balón, lo que marcaba que el 0-0 era más que justificado. Practicamente no se generaron llegadas y River sufrió mucho por la lesión que aquejó a Ortega y lo marginó de poder seguir el encuentro. A partir de allí, el pibe Buonanotte debió cagarse el equipo al hombro e intentó ser el pilar que produjera llegadas de peligro contra el arco defendido por Cuenca. Sin embargo, en la segunda mitad, fue cuando más acciones de gol se vieron y el conjunto millonario llegaba por las bandas, por el medio y mediante centros al área. Los de Sarandí esperaban y apostaban alguna contra. Pero la gran figura de la noche sería Mario Cuenca, tapando dos remates de riesgo, primero de Lima y luego de Belluschi. El final del partido mostró mucho sacrificio empleado por ambos bandos, la expulsión de Ahumada en un contragolpe que tuvieron los de Alfaro, un símbolo de garra como lo fue el omnipresente Andrés San Martín corriendo y robando, y un River insistente que no producía riesgo. Hasta que llegó el final de los 90 y todo debía dirimirse mediate los penales. Toda táctica y estrategia quedaba al márgen. Se necesitaba sangre fría para definir la llave. Y en el mismisimo Monumental, Arsenal salió ganando.
Comenzó convirtiendo Calderón para poner en ventaja al "arse". Luego Cuenca atajaría el disparo de Belluschi. Carrizo taparía el tiro de Andrizzi; los siguientes serían convertidos por Zarate, Yacuzzi, Ferrari y Casteglione. Hasta que una débil ejecución de Lima quedaría en manos del arquero y este mismo se consagraría como el estandarte, la figura de la noche. A la hora de rematar, Mario Cuenca desenfundaría un auténtico misil, inatajable para el portero de River y todo Arsenal festejó la gran hazaña. Alfaro y sus jugadores lo consiguieron.
El sueño se hizo realidad y por primera vez en su historia disputará la final de un torneo internacional y que puede dejar grabado el nombre de los protagonistas que de hecho se convertirán en el mejor plantel de la historia.

GERMAN MARTINA

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